Bienvenidos al blog del proyecto ondas colciencias del grado 6D de la Institución Educativa Técnica "Susana Guillemin" de Belén Boyacá. Aprende con los relatos de nuestros abuelos y abuelas

Grupo SUPERBELEMITAS 2014

Grupo SUPERBELEMITAS 2014

Pintor belemita Oscar Balaguera

Cantando y relatando

Valores

RECUERDO DE MI ABUELO QUE DEJA HUELLA

Había una vez un niño llamado Daniel  tenía un abuelo llamado José. Un día Daniel  fue a casa  de su abuelo y le dijo que le contara una historia, él aceptó y empezó a contar su historia.

Hace muchos años en un pueblo vivía la hermana  él fue a visitarla, pero cuando llegó se encontró con la sorpresa de que su hermana había muerto el día anterior, él se sorprendió de la noticia y de pronto apareció un niño y le entregó una carta,  él empezó a leerla y había una parte donde decía:

Querido hermano lamento no poderme despedir de ti pero mi muerte fue más rápida de lo pensaba. Me conmueve no poderme despedir de ti querido hermano. Te quiero mucho.

Att:  clarisa

El abuelo nos dice la importancia que tiene la familia, que debemos aprovechar todo el tiempo que estemos con ella, dialogar mucho y querernos mucho. Pues las partidas de uno de los miembros duele mucho y deja un dolor en el corazón que nunca se borra


Autor: Leider Orlando castro fuentes,

Aportó:  Wilson Ferney Hernández  Vargas




NO   HAY  POBREZA  MAS  GRANDE  QUE  NUESTRA  PROPIA   IGNORANCIA





Teresa  era  una  niña  que  vivía  en   la   pobreza   lo  único   que tenía  era  a sus   dos  abuelos,  eso    era   lo que  ella  pensaba,  pues  sin  imaginarlo  tenía    mucho  más.  Un  día  el  abuelo  le  dijo,  Teresa  quita   esa  cara,  tú  tienes  todo  lo  que  otros  niños   quisieran  tener  tienes  muchos  valores  y   cariño;  Teresa  siguió    hacia  la  cocina  en   donde   su  abuela  Horneaba  unos   ricos  panecillos  y  le  pregunto,   abuela  es  cierto  que  tenemos   algo  más  que  la  pobreza,  si  hija,   le  contestó   la  abuela,   la  cultura   belemita     nos    enseñó   muchos     valores:  el  respeto,  el cariño  y el    agradecimiento.

  Teresa   desconsolada   salió   de  allí  pues   ella  no   entendía   todo  eso,   al   pasar  el  tiempo   Teresa  enfermo   y   los   abuelos   preocupados optaron por llevarla al doctor, allí Teresa le comentó al doctor que estaba muy triste porque se sentía sola le hacía falta sus padres pues ellos habían muerto hace  mucho  tiempo,   el   doctor  le   dijo: no te preocupes pequeña no tienes de que asustarte tienes mucha suerte  pues tienes a tus abuelos que te dan mucho cariño tú necesitas algo muy sencillo, ir a la escuela. El doctor habló con sus abuelos y esa recomendación les hizo.

 Al cabo de unos días la mandaron a la escuela, ella se sintió mejor y al pasar el tiempo fue aprendiendo y entendiendo todo lo que sus abuelos le habían dicho en días anteriores y se sintió muy afortunada pues tenía a sus abuelos quienes le   enseñaron los valores de la vida y le estaban colaborando para darle una buena educación. Contenta pensaba aprovechar todo el esfuerzo de sus abuelos para darles  lo mejor para que un día pudiera   cuidarlos  a  ellos. 

 Teresa  pensó  que  no   hay  pobreza   más  grande    que  nuestra   propia  ignorancia  pues   si  nos  preparamos,  algún día  podremos  ser  algo   en   la    vida   y   conocer  muchos  sitios  y   muchas   personas  para  propio   beneficio.
 
NOMBRE DEL AUTOR: Oscar Danilo verdugo Díaz
NOMBRE DE LA PERSONA: Ovidio de Jesús Díaz Díaz
NOMBRE DE LA VEREDA: alto de canutos.



LA ENSEÑANZA QUE NOS DEJA MI ABUELA


Todo comienza cuando mi mamá me contaba una historia de mi abuela, en la que un día cuando mi abuela se fue para la lechería que tenía con mi abuelo, mi tío Raúl tumbo un balde en el que había gasolina y él por jugar le botó un fósforo apagado y se fue de la cocina para el cuarto.  
 
Cuando después llega mi abuela y se va hacia el cuarto y en menos de nada ve que se mueve como algo de color anaranjado  y camina hacia la cocina cuando grita: ¡socorro la cocina se incendia Ị ; escuchan mis tíos y mi mamá, todos eran corran por baldes con agua hasta que pudieron apagar el fuego. Mi abuela lo regañó y mi tío reflexionó pues se dio cuenta que con la gasolina no se juega y esto también lo deja de enseñanza mi mamá para que a nosotros nunca se nos ocurra hacer esto pues nos podemos morir sin darnos cuenta.

Mi mamá también me contaba los remedios que hacia mi abuela a mis tíos, ella les hacía remedios como agüitas de: yerbabuena, ortiga, yerba mora y limón con agua de panela  para calmar la gripa y la tos. 

También me contaba  lo que sembraban como: maíz, trigo, papa, avena, mazorca, la cual mi abuela sacaba para vender y alimentarse.  
                                                                                
Este es un poco de la historia de mí querida abuela que ya murió y que sabe que la quiero mucho y que la extraño.

AUTOR: Luisa Fernanda Rojas Machuca
APORTO: Mercedes Machuca Rojas
VEREDA: Molino




LOS VALORES DEL HOGAR


Eramos  siete  hermanos  en  la  familia y  yo era la única mujer, En los  hogares  con estas características, la hija, única mujer,  se convertía prácticamente en otra mamá, debía colaborarles en todo: ropa, comida, arreglo de casa, es decir, todo el día se la pasaba trabajando; a los hombres se les educaba con criterios machistas, no existían hombres a los que se les viera haciendo este tipo de labores hogareñas pues en aquellos tiempos era solo la labor de mujeres, los hombres la pasaban todo el día por fuera de casa en las labores propias de campo y cuando llegaban a casa tenían que ser atendidos sin importar el cansancio que sentía por la labor cumplida. Tuve que  sufrir mucho con ellos  debido  a que tenía  que  colaborarles   en toda sus actividades.

Al pasar los años me dí cuenta que ellos valoraron mi esfuerzo y no olvidaron todo el tiempo que les dediqué desde que era muy niña, ellos me agradecen mucho pues dicen  que yo  les  ayudé  mucho  en  las luchas  de  la  vida,  en  el  trabajo  y  en  los  sufrimientos. Aunque  cada uno decidió formar su familia ellos nunca me olvidaron pues en aquella época los padres infundían mucho respeto entre los hermanos. Ellos seguían compartiendo    su cariño  con  migo  y  sus  esposas  también  compartían  con  migo  sus  alegrías  y  sus  tristezas.

Mis padres me infundieron mucho respeto por Dios y me decía que él agradecía mucho los actos buenos que hacíamos por los demás y que vendrían después muchas bendiciones. Para mí él regalo que Dios me dio por la entrega a mi familia fue el de poder formar un lindo hogar,  Él  puso  en  mi  camino  a  un  hombre  muy  amable  y  trabajador  a  quien  uní  mi  vida  con  humildad   y  respeto,  gracias  a  todo  lo  que  había  aprendido  con  mis  hermanos  llevo  un  hogar  muy  hermoso  junto  con  mis  cinco  hijos  bendecidos  por  DIOS


AUTOR: Juan  José  Rincón Triana
APORTÓ: Carmen Guerrero  


LOS VALORES DEL HOGAR

Eramos  siete  hermanos  en  la  familia y  yo era la única mujer, En los  hogares  con estas características, la hija, única mujer,  se convertía prácticamente en otra mamá, debía colaborarles en todo: ropa, comida, arreglo de casa, es decir, todo el día se la pasaba trabajando; a los hombres se les educaba con criterios machistas, no existían hombres a los que se les viera haciendo este tipo de labores hogareñas pues en aquellos tiempos era solo la labor de mujeres, los hombres la pasaban todo el día por fuera de casa en las labores propias de campo y cuando llegaban a casa tenían que ser atendidos sin importar el cansancio que sentía por la labor cumplida. Tuve que  sufrir mucho con ellos  debido  a que tenía  que  colaborarles   en toda sus actividades.

Al pasar los años me dí cuenta que ellos valoraron mi esfuerzo y no olvidaron todo el tiempo que les dediqué desde que era muy niña, ellos me agradecen mucho pues dicen  que yo  les  ayudé  mucho  en  las luchas  de  la  vida,  en  el  trabajo  y  en  los  sufrimientos. Aunque  cada uno decidió formar su familia ellos nunca me olvidaron pues en aquella época los padres infundían mucho respeto entre los hermanos. Ellos seguían compartiendo    su cariño  con  migo  y  sus  esposas  también  compartían  con  migo  sus  alegrías  y  sus  tristezas.

Mis padres me infundieron mucho respeto por Dios y me decía que él agradecía mucho los actos buenos que hacíamos por los demás y que vendrían después muchas bendiciones. Para mí él regalo que Dios me dio por la entrega a mi familia fue el de poder formar un lindo hogar,  Él  puso  en  mi  camino  a  un  hombre  muy  amable  y  trabajador  a  quien  uní  mi  vida  con  humildad   y  respeto,  gracias  a  todo  lo  que  había  aprendido  con  mis  hermanos  llevo  un  hogar  muy  hermoso  junto  con  mis  cinco  hijos  bendecidos  por  DIOS.

AUTOR: Juan  José  Rincón Triana. 
APORTÓ: Carmen Guerrero


LOS VALORES HUMANOS DE NUESTROS ANTEPASADOS

Nosotros vivimos en el campo lejos del centro del pueblo, un día mi abuela me dijo que la acompañara al pueblo pues tenía que comprar algunas cosas, cuando llegamos nos encontramos por el camino con unos niños que estaban jugando en la calle, mi abuela quedó sorprendida cuando escuchó que los niños se peleaban y se decían muchas groserías;   mi abuela me dijo que esto no se veía en su época, había más respeto y se practicaban más los valores. Anteriormente saludaban a los  abuelos y a los padrinos de rodillas y poniendo las manos como rezando le decía: la bendición papá, mamá y lo mismo hacían con la madrina o el padrino y esperaban hasta que ellos le hicieran la señal de la cruz y los  bendijera, también había mucho respeto entre las personas por ejemplo, no alzar la  voz, ser obediente  y saludar a las personas porque si no hacían los padres los castigaban con un ramal. En ese tiempo la gente  era más solidaria por ejemplo ayudaban a la gente en cualquier necesidad, no esperaban a que les dieran pago o les devolvieran el favor con otro.  Tenían que ir de prisa para llegar a casa  porque si se demoraban los castigaban. 

En  las familias los suegros ocupaban un lugar especial y a ellos les rendían mucho respeto, tenían que saludar a los suegros como al papá o la mamá, con el bendito.  
 Si miraban una persona de la tercera edad  inmediatamente les ayudaban y no esperaba que los padres los mandaran si no que ellos mismos ayudaban a los abuelos y les tenían mucho respeto.

Nombre  del  estudiante:  Rosmery Amado Perez.
Autora: Matilde  Perez  Silva.


En cada vacación en fin de año, mi familia y yo viajábamos a Boavita, donde vivía mi abuelo serafín; me gustaba visitarlo porque me consentía mucho y me hacía reír con cada caso que decía.

Recuerdo cuando mi abuelo me decía “hijita quiere ir al parque, vamos a dar una vuelta “yo corría hacia donde él estaba y me colgaba de los bolsillos del saco de paño que siempre utilizaba, me sentía muy feliz de esta con él.

Un día , quería salir a nadar con mis otros primos ,entonces le dije a mi abuelo: “abuelito ,le puede decir a mi mama que nos dé permiso de ir a la piscina porque no hay nadie que nos acompañe , si abuelito por favor si ?”;el al vernos con tantas ganas de ir a nadar ,dejó su juego de naipe y se paró de la silla donde estaba , se dirigió a mi mamá y le dijo: “hija ,si los niños están de vacaciones porque no los llevan adonde quieren ir? “pero el  intentó del abuelo había fracasado, tampoco logró que una persona adulta nos acompañara .Yo lloré y le decía a mi abuelo “por favor abuelito, por favor llévenos a piscinas , mire abuelito qué hace mucho tiempo que no vamos”; entonces al vernos a todos los nietos con lágrimas en los ojos se compadeció y nos dijo: “bueno vamos ,pero caminamos despacio .todos abrasamos al abuelo y caminamos junto al hasta la piscina donde pasamos una de las tardes de mi vida.


NOMBRE: FARLEY YULIANA SANTOS CASTRO
ABUELITO QUE APORTO: SERAFIN CASTRO



LOS VALORES DEL HOGAR

Eramos  siete  hermanos  en  la  familia y  yo era la única mujer, En los  hogares  con estas características, la hija, única mujer,  se convertía prácticamente en otra mamá, debía colaborarles en todo: ropa, comida, arreglo de casa, es decir, todo el día se la pasaba trabajando; a los hombres se les educaba con criterios machistas, no existían hombres a los que se les viera haciendo este tipo de labores hogareñas pues en aquellos tiempos era solo la labor de mujeres, los hombres la pasaban todo el día por fuera de casa en las labores propias de campo y cuando llegaban a casa tenían que ser atendidos sin importar el cansancio que sentía por la labor cumplida. Tuve que  sufrir mucho con ellos  debido  a que tenía  que  colaborarles   en toda sus actividades.

Al pasar los años me dí cuenta que ellos valoraron mi esfuerzo y no olvidaron todo el tiempo que les dediqué desde que era muy niña, ellos me agradecen mucho pues dicen  que yo  les  ayudé  mucho  en  las luchas  de  la  vida,  en  el  trabajo  y  en  los  sufrimientos. Aunque  cada uno decidió formar su familia ellos nunca me olvidaron pues en aquella época los padres infundían mucho respeto entre los hermanos. Ellos seguían compartiendo    su cariño  con  migo  y  sus  esposas  también  compartían  con  migo  sus  alegrías  y  sus  tristezas.

Mis padres me infundieron mucho respeto por Dios y me decía que él agradecía mucho los actos buenos que hacíamos por los demás y que vendrían después muchas bendiciones. Para mí él regalo que Dios me dio por la entrega a mi familia fue el de poder formar un lindo hogar,  Él  puso  en  mi  camino  a  un  hombre  muy  amable  y  trabajador  a  quien  uní  mi  vida  con  humildad   y  respeto,  gracias  a  todo  lo  que  había  aprendido  con  mis  hermanos  llevo  un  hogar  muy  hermoso  junto  con  mis  cinco  hijos  bendecidos  por  DIOS.

AUTOR: Juan  José  Rincón Triana

APORTÓ: Carmen Guerrero



Mi    abuelo    y    yo

Un  día  iba   yo  caminando   cuando  me  encontré  a  mi  abuelo, estaba sentado en una banca y yo me acerqué y empecé a hablar con él, le pedí que  me  contara   una  de  sus  historias   antiguas   y  el  empezó a relatarme cómo era la vida en el campo cuando él era joven. Me dijo que lo que recuerda del estudio era que ellos  iban  a  la   escuela    y  estudiaban   matemáticas   y  después y todos los días al llegar a casa  les tocaba ir a ayudarles a sus padres y colaborar en las labores del campo.

Los niños debían  ayudar a cosechar los cultivos más productivos de sus padres y las niñas mientras que su mamá lavaba la ropa en el río más cercano de la casa tenían que hacer los oficios de la casa y después de terminar tenía que ir a ordeñar las vacas que tenían sus padres, después de  terminar de hacer sus deberes a los niños les tocaba ir a traer leña, mientras que la mama hacía de comer y lavaba la ropa en el río y el papa seguía trabajando.
A ellos los educaban mucho en el respeto hacia las personas adultas, en esa época las personas que eran seleccionados como padrinos debían ser tratados con mucho respeto, cada vez que se encontraran con ellos  tenían que arrodillarse  y  decirle  bendición  padrino  y esperar hasta que ellos le dieran la bendición luego se levantaban y esperar hasta que ellos autorizaran que podían retirarse.


Autor:  Natalia  Díaz  Cárdenas                                                                                 
Aportó: Pedro  Antonio  Cárdenas.


LOS VALORES HUMANOS DE NUESTROS ANTEPASADOS

Nosotros vivimos en el campo lejos del centro del pueblo, un día mi abuela me dijo que la acompañara al pueblo pues tenía que comprar algunas cosas, cuando llegamos nos encontramos por el camino con unos niños que estaban jugando en la calle, mi abuela quedó sorprendida cuando escuchó que los niños se peleaban y se decían muchas groserías;   mi abuela me dijo que esto no se veía en su época, había más respeto y se practicaban más los valores. Anteriormente saludaban a los  abuelos y a los padrinos de rodillas y poniendo las manos como rezando le decía: la bendición papá, mamá y lo mismo hacían con la madrina o el padrino y esperaban hasta que ellos le hicieran la señal de la cruz y los  bendijera, también había mucho respeto entre las personas por ejemplo, no alzar la  voz, ser obediente  y saludar a las personas porque si no hacían los padres los castigaban con un ramal. En ese tiempo la gente  era más solidaria por ejemplo ayudaban a la gente en cualquier necesidad, no esperaban a que les dieran pago o les devolvieran el favor con otro.  Tenían que ir de prisa para llegar a casa  porque si se demoraban los castigaban. 

En  las familias los suegros ocupaban un lugar especial y a ellos les rendían mucho respeto, tenían que saludar a los suegros como al papá o la mamá, con el bendito.  
 Si miraban una persona de la tercera edad  inmediatamente les ayudaban y no esperaba que los padres los mandaran si no que ellos mismos ayudaban a los abuelos y les tenían mucho respeto.

Nombre  del  estudiante:  Rosmery Amado Pérez.

Autora: Matilde  Pérez  Silva.


SALUDOS   DE   MIS   ABUELOS

Mis abuelos me contaron que  en su época se saludaban de una forma diferente a como se saludan ahora.  A los abuelos los saludaban arrodillándose cerca a donde ellos estaban y esperaban hasta que les pusieran las manos sobre la cabeza y les decían:  “que  dios los bendiga”, esto tenía un gran significado pues con esta bendición tenían la tranquilidad y satisfacción de que les iba a ir bien en lo que hicieran ese día y también a los suegros los saludaban como los papas y ponían las manos como rezando.  

En esta época también se saludaba de mano y lo hacían de la siguiente forma: Buenos  días  le  decía  el  menor  al  mayor  y  el  mayor  contestaba  buenos  días  y  le  daba  la  mano. Nuestros tiempos han cambiado mucho, ya esta costumbre se está perdiendo y ahora ya varios han perdido la buena costumbre de saludar o si lo hacen pronuncian un ´´hola´´ sin importar a quien están saludando;  nuestros  abuelos  lo  hacían  con  más  respeto y para ellos el saludar tenía un gran significado.

NOMBRE : Angela  Juliet   Arguello Alarcón
AUTOR. Susana  Gómez 




1 comentarios :

Unknown dijo...

las medicinas de mi abuelo:
me parece intresante ya que nos enseña de forma divertida la cultura de nuestros antepasados

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