RECUERDO DE MI ABUELO QUE DEJA HUELLA
Había una vez un niño llamado
Daniel tenía un abuelo llamado José. Un
día Daniel fue a casa de su abuelo y le dijo que le contara una
historia, él aceptó y empezó a contar su historia.
Hace muchos años en un pueblo
vivía la hermana él fue a visitarla,
pero cuando llegó se encontró con la sorpresa de que su hermana había muerto el
día anterior, él se sorprendió de la noticia y de pronto apareció un niño y le
entregó una carta, él empezó a leerla y
había una parte donde decía:
Querido hermano lamento no
poderme despedir de ti pero mi muerte fue más rápida de lo pensaba. Me conmueve
no poderme despedir de ti querido hermano. Te quiero mucho.
Att: clarisa
El abuelo nos
dice la importancia que tiene la familia, que debemos aprovechar todo el tiempo
que estemos con ella, dialogar mucho y querernos mucho. Pues las partidas de
uno de los miembros duele mucho y deja un dolor en el corazón que nunca se
borra
Autor: Leider Orlando castro fuentes,
Aportó: Wilson Ferney Hernández Vargas
Teresa era
una niña que
vivía en la
pobreza lo único
que tenía era a sus
dos abuelos, eso era lo que
ella pensaba, pues
sin imaginarlo tenía
mucho más. Un
día el abuelo
le dijo, Teresa
quita esa cara,
tú tienes todo
lo que otros
niños quisieran tener
tienes muchos valores
y cariño; Teresa
siguió hacia la
cocina en donde
su abuela Horneaba
unos ricos panecillos
y le pregunto,
abuela es cierto
que tenemos algo
más que la
pobreza, si hija,
le contestó la
abuela, la cultura
belemita nos enseñó
muchos valores: el
respeto, el cariño y el
agradecimiento.
Teresa desconsolada salió
de allí pues
ella no entendía
todo eso, al
pasar el tiempo
Teresa enfermo y
los abuelos preocupados optaron por llevarla al doctor,
allí Teresa le comentó al doctor que estaba muy triste porque se sentía sola le
hacía falta sus padres pues ellos habían muerto hace mucho
tiempo, el doctor
le dijo: no te preocupes pequeña
no tienes de que asustarte tienes mucha suerte
pues tienes a tus abuelos que te dan mucho cariño tú necesitas algo muy
sencillo, ir a la escuela. El doctor habló con sus abuelos y esa recomendación
les hizo.
Al cabo de unos días la mandaron a la escuela, ella se sintió mejor y
al pasar el tiempo fue aprendiendo y entendiendo todo lo que sus abuelos le
habían dicho en días anteriores y se sintió muy afortunada pues tenía a sus
abuelos quienes le enseñaron los
valores de la vida y le estaban colaborando para darle una buena educación.
Contenta pensaba aprovechar todo el esfuerzo de sus abuelos para darles lo mejor para que un día pudiera cuidarlos
a ellos.
Teresa
pensó que no
hay pobreza más
grande que nuestra
propia ignorancia pues
si nos preparamos,
algún día podremos ser
algo en la vida
y conocer muchos
sitios y muchas
personas para propio
beneficio.
NOMBRE
DEL AUTOR: Oscar Danilo verdugo Díaz
NOMBRE
DE LA PERSONA: Ovidio de Jesús Díaz Díaz
NOMBRE
DE LA VEREDA: alto de canutos.
LA ENSEÑANZA QUE NOS DEJA MI ABUELA
Todo comienza cuando mi mamá
me contaba una historia de mi abuela, en la que un día cuando mi abuela se fue
para la lechería que tenía con mi abuelo, mi tío Raúl tumbo un balde en el que
había gasolina y él por jugar le botó un fósforo apagado y se fue de la cocina
para el cuarto.
Cuando después llega mi
abuela y se va hacia el cuarto y en menos de nada ve que se mueve como algo de
color anaranjado y camina hacia la cocina
cuando grita: ¡socorro la cocina se incendia Ị ; escuchan mis tíos y mi mamá,
todos eran corran por baldes con agua hasta que pudieron apagar el fuego. Mi
abuela lo regañó y mi tío reflexionó pues se dio cuenta que con la gasolina no
se juega y esto también lo deja de enseñanza mi mamá para que a nosotros nunca
se nos ocurra hacer esto pues nos podemos morir sin darnos cuenta.
Mi mamá también me contaba
los remedios que hacia mi abuela a mis tíos, ella les hacía remedios como
agüitas de: yerbabuena, ortiga, yerba mora y limón con agua de panela para calmar la gripa y la tos.
También me contaba lo que sembraban como: maíz, trigo, papa,
avena, mazorca, la cual mi abuela sacaba para vender y alimentarse.
Este es un poco de la
historia de mí querida abuela que ya murió y que sabe que la quiero mucho y que
la extraño.
AUTOR:
Luisa Fernanda Rojas Machuca
APORTO:
Mercedes
Machuca Rojas
VEREDA:
Molino
LOS VALORES
DEL HOGAR
Eramos siete
hermanos en la
familia y yo era la única mujer,
En los hogares con estas características, la hija, única
mujer, se convertía prácticamente en
otra mamá, debía colaborarles en todo: ropa, comida, arreglo de casa, es decir,
todo el día se la pasaba trabajando; a los hombres se les educaba con criterios
machistas, no existían hombres a los que se les viera haciendo este tipo de labores
hogareñas pues en aquellos tiempos era solo la labor de mujeres, los hombres la
pasaban todo el día por fuera de casa en las labores propias de campo y cuando
llegaban a casa tenían que ser atendidos sin importar el cansancio que sentía
por la labor cumplida. Tuve que sufrir
mucho con ellos debido a que tenía
que colaborarles en toda sus actividades.
Al pasar los
años me dí cuenta que ellos valoraron mi esfuerzo y no olvidaron todo el tiempo
que les dediqué desde que era muy niña, ellos me agradecen mucho pues
dicen que yo les
ayudé mucho en las
luchas de la
vida, en el
trabajo y en
los sufrimientos. Aunque cada uno decidió formar su familia ellos
nunca me olvidaron pues en aquella época los padres infundían mucho respeto
entre los hermanos. Ellos seguían compartiendo su cariño
con migo y
sus esposas también
compartían con migo
sus alegrías y
sus tristezas.
Mis padres me
infundieron mucho respeto por Dios y me decía que él agradecía mucho los actos
buenos que hacíamos por los demás y que vendrían después muchas bendiciones.
Para mí él regalo que Dios me dio por la entrega a mi familia fue el de poder
formar un lindo hogar, Él puso
en mi camino
a un hombre
muy amable y
trabajador a quien
uní mi vida
con humildad y
respeto, gracias a
todo lo que
había aprendido con
mis hermanos llevo
un hogar muy
hermoso junto con
mis cinco hijos
bendecidos por DIOS
AUTOR: Juan
José Rincón Triana
APORTÓ: Carmen Guerrero
LOS VALORES
DEL HOGAR
Eramos siete
hermanos en la
familia y yo era la única mujer,
En los hogares con estas características, la hija, única
mujer, se convertía prácticamente en
otra mamá, debía colaborarles en todo: ropa, comida, arreglo de casa, es decir,
todo el día se la pasaba trabajando; a los hombres se les educaba con criterios
machistas, no existían hombres a los que se les viera haciendo este tipo de labores
hogareñas pues en aquellos tiempos era solo la labor de mujeres, los hombres la
pasaban todo el día por fuera de casa en las labores propias de campo y cuando
llegaban a casa tenían que ser atendidos sin importar el cansancio que sentía
por la labor cumplida. Tuve que sufrir
mucho con ellos debido a que tenía
que colaborarles en toda sus actividades.
Al pasar los
años me dí cuenta que ellos valoraron mi esfuerzo y no olvidaron todo el tiempo
que les dediqué desde que era muy niña, ellos me agradecen mucho pues
dicen que yo les
ayudé mucho en las
luchas de la
vida, en el
trabajo y en
los sufrimientos. Aunque cada uno decidió formar su familia ellos
nunca me olvidaron pues en aquella época los padres infundían mucho respeto
entre los hermanos. Ellos seguían compartiendo su cariño
con migo y
sus esposas también
compartían con migo
sus alegrías y
sus tristezas.
Mis padres me
infundieron mucho respeto por Dios y me decía que él agradecía mucho los actos
buenos que hacíamos por los demás y que vendrían después muchas bendiciones.
Para mí él regalo que Dios me dio por la entrega a mi familia fue el de poder
formar un lindo hogar, Él puso
en mi camino
a un hombre
muy amable y
trabajador a quien
uní mi vida
con humildad y
respeto, gracias a
todo lo que
había aprendido con
mis hermanos llevo
un hogar muy
hermoso junto con
mis cinco hijos
bendecidos por DIOS.
AUTOR: Juan
José Rincón Triana.
APORTÓ: Carmen Guerrero
LOS VALORES HUMANOS DE NUESTROS ANTEPASADOS
Nosotros vivimos en el campo lejos del centro del
pueblo, un día mi abuela me dijo que la acompañara al pueblo pues tenía que
comprar algunas cosas, cuando llegamos nos encontramos por el camino con unos
niños que estaban jugando en la calle, mi abuela quedó sorprendida cuando
escuchó que los niños se peleaban y se decían muchas groserías; mi abuela me dijo que esto no se veía en su
época, había más respeto y se practicaban más los valores. Anteriormente
saludaban a los abuelos y a los padrinos
de rodillas y poniendo las manos como rezando le decía: la bendición papá, mamá
y lo mismo hacían con la madrina o el padrino y esperaban hasta que ellos le
hicieran la señal de la cruz y los
bendijera, también había mucho respeto entre las personas por ejemplo,
no alzar la voz, ser obediente y saludar a las personas porque si no hacían
los padres los castigaban con un ramal. En ese tiempo la gente era más solidaria por ejemplo ayudaban a la
gente en cualquier necesidad, no esperaban a que les dieran pago o les
devolvieran el favor con otro. Tenían
que ir de prisa para llegar a casa
porque si se demoraban los castigaban.
En las familias
los suegros ocupaban un lugar especial y a ellos les rendían mucho respeto,
tenían que saludar a los suegros como al papá o la mamá, con el bendito.
Si miraban una
persona de la tercera edad
inmediatamente les ayudaban y no esperaba que los padres los mandaran si
no que ellos mismos ayudaban a los abuelos y les tenían mucho respeto.
Nombre del
estudiante: Rosmery Amado Perez.
Autora:
Matilde Perez Silva.
En
cada vacación en fin de año, mi familia y yo viajábamos a Boavita, donde vivía
mi abuelo serafín; me gustaba visitarlo porque me consentía mucho y me hacía
reír con cada caso que decía.
Recuerdo
cuando mi abuelo me decía “hijita quiere ir al parque, vamos a dar una vuelta
“yo corría hacia donde él estaba y me colgaba de los bolsillos del saco de paño
que siempre utilizaba, me sentía muy feliz de esta con él.
Un
día , quería salir a nadar con mis otros primos ,entonces le dije a mi abuelo:
“abuelito ,le puede decir a mi mama que nos dé permiso de ir a la piscina
porque no hay nadie que nos acompañe , si abuelito por favor si ?”;el al vernos
con tantas ganas de ir a nadar ,dejó su juego de naipe y se paró de la silla
donde estaba , se dirigió a mi mamá y le dijo: “hija ,si los niños están de
vacaciones porque no los llevan adonde quieren ir? “pero el intentó del abuelo había fracasado, tampoco
logró que una persona adulta nos acompañara .Yo lloré y le decía a mi abuelo
“por favor abuelito, por favor llévenos a piscinas , mire abuelito qué hace
mucho tiempo que no vamos”; entonces al vernos a todos los nietos con lágrimas
en los ojos se compadeció y nos dijo: “bueno vamos ,pero caminamos despacio
.todos abrasamos al abuelo y caminamos junto al hasta la piscina donde pasamos
una de las tardes de mi vida.
NOMBRE:
FARLEY YULIANA SANTOS CASTRO
ABUELITO
QUE APORTO: SERAFIN CASTRO
LOS VALORES
DEL HOGAR
Eramos siete
hermanos en la
familia y yo era la única mujer,
En los hogares con estas características, la hija, única
mujer, se convertía prácticamente en
otra mamá, debía colaborarles en todo: ropa, comida, arreglo de casa, es decir,
todo el día se la pasaba trabajando; a los hombres se les educaba con criterios
machistas, no existían hombres a los que se les viera haciendo este tipo de
labores hogareñas pues en aquellos tiempos era solo la labor de mujeres, los
hombres la pasaban todo el día por fuera de casa en las labores propias de
campo y cuando llegaban a casa tenían que ser atendidos sin importar el
cansancio que sentía por la labor cumplida. Tuve que sufrir mucho con ellos debido
a que tenía que colaborarles
en toda sus actividades.
Al pasar los
años me dí cuenta que ellos valoraron mi esfuerzo y no olvidaron todo el tiempo
que les dediqué desde que era muy niña, ellos me agradecen mucho pues
dicen que yo les
ayudé mucho en las
luchas de la
vida, en el
trabajo y en
los sufrimientos. Aunque cada uno decidió formar su familia ellos
nunca me olvidaron pues en aquella época los padres infundían mucho respeto
entre los hermanos. Ellos seguían compartiendo su cariño
con migo y sus esposas
también compartían con
migo sus alegrías
y sus tristezas.
Mis padres me
infundieron mucho respeto por Dios y me decía que él agradecía mucho los actos
buenos que hacíamos por los demás y que vendrían después muchas bendiciones.
Para mí él regalo que Dios me dio por la entrega a mi familia fue el de poder
formar un lindo hogar, Él puso
en mi camino
a un hombre
muy amable y
trabajador a quien
uní mi vida
con humildad y
respeto, gracias a todo lo
que había aprendido
con mis hermanos
llevo un hogar
muy hermoso junto
con mis cinco
hijos bendecidos por
DIOS.
AUTOR: Juan
José Rincón Triana
APORTÓ: Carmen Guerrero
Mi
abuelo y yo
Un día iba
yo caminando cuando
me encontré a
mi abuelo, estaba sentado en una
banca y yo me acerqué y empecé a hablar con él, le pedí que me contara una
de sus historias
antiguas
y el empezó a relatarme cómo era la vida en el
campo cuando él era joven. Me dijo que lo que recuerda del estudio era que
ellos iban a
la escuela y
estudiaban matemáticas y
después y todos los días al llegar a casa les tocaba ir a ayudarles a sus padres y
colaborar en las labores del campo.
Los niños debían
ayudar a cosechar los cultivos más productivos de sus padres y las niñas
mientras que su mamá lavaba la ropa en el río más cercano de la casa tenían que
hacer los oficios de la casa y después de terminar tenía que ir a ordeñar las
vacas que tenían sus padres, después de
terminar de hacer sus deberes a los niños les tocaba ir a traer leña,
mientras que la mama hacía de comer y lavaba la ropa en el río y el papa seguía
trabajando.
A ellos los educaban mucho en el respeto hacia las
personas adultas, en esa época las personas que eran seleccionados como
padrinos debían ser tratados con mucho respeto, cada vez que se encontraran con
ellos tenían que arrodillarse y
decirle bendición padrino
y esperar hasta que ellos le dieran la bendición luego se levantaban y
esperar hasta que ellos autorizaran que podían retirarse.
Autor: Natalia Díaz Cárdenas
Aportó: Pedro
Antonio Cárdenas.
LOS VALORES HUMANOS DE NUESTROS ANTEPASADOS
Nosotros vivimos en el campo lejos del centro del
pueblo, un día mi abuela me dijo que la acompañara al pueblo pues tenía que
comprar algunas cosas, cuando llegamos nos encontramos por el camino con unos
niños que estaban jugando en la calle, mi abuela quedó sorprendida cuando
escuchó que los niños se peleaban y se decían muchas groserías; mi abuela me dijo que esto no se veía en su
época, había más respeto y se practicaban más los valores. Anteriormente
saludaban a los abuelos y a los padrinos
de rodillas y poniendo las manos como rezando le decía: la bendición papá, mamá
y lo mismo hacían con la madrina o el padrino y esperaban hasta que ellos le
hicieran la señal de la cruz y los
bendijera, también había mucho respeto entre las personas por ejemplo,
no alzar la voz, ser obediente y saludar a las personas porque si no hacían
los padres los castigaban con un ramal. En ese tiempo la gente era más solidaria por ejemplo ayudaban a la
gente en cualquier necesidad, no esperaban a que les dieran pago o les
devolvieran el favor con otro. Tenían
que ir de prisa para llegar a casa
porque si se demoraban los castigaban.
En las familias
los suegros ocupaban un lugar especial y a ellos les rendían mucho respeto,
tenían que saludar a los suegros como al papá o la mamá, con el bendito.
Si miraban una
persona de la tercera edad
inmediatamente les ayudaban y no esperaba que los padres los mandaran si
no que ellos mismos ayudaban a los abuelos y les tenían mucho respeto.
Nombre del
estudiante: Rosmery Amado Pérez.
Autora: Matilde
Pérez Silva.
SALUDOS DE
MIS ABUELOS
Mis abuelos me contaron que en su época se saludaban de una forma
diferente a como se saludan ahora. A los
abuelos los saludaban arrodillándose cerca a donde ellos estaban y esperaban
hasta que les pusieran las manos sobre la cabeza y les decían: “que dios los bendiga”, esto tenía un gran
significado pues con esta bendición tenían la tranquilidad y satisfacción de
que les iba a ir bien en lo que hicieran ese día y también a los suegros los
saludaban como los papas y ponían las manos como rezando.
En esta época también se saludaba de mano y lo hacían de la
siguiente forma: Buenos días le
decía el menor
al mayor y
el mayor contestaba
buenos días y
le daba la
mano. Nuestros tiempos han cambiado mucho, ya esta costumbre se está
perdiendo y ahora ya varios han perdido la buena costumbre de saludar o si lo
hacen pronuncian un ´´hola´´ sin importar a quien están saludando; nuestros
abuelos lo hacían
con más respeto y para ellos el saludar tenía un gran
significado.
NOMBRE
: Angela Juliet
Arguello Alarcón
AUTOR.
Susana Gómez
1 comentarios :
las medicinas de mi abuelo:
me parece intresante ya que nos enseña de forma divertida la cultura de nuestros antepasados
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